El piso, a primera vista, no está mal. Se encuentra en una calle silenciosa del Ferrol viejo. Conocemos muy bien la ciudad, de toda la vida, y optamos por este emplazamiento por razones de conveniencia y proximidad familiar.
Se trata de una vivienda bastante modesta, relativamente cómoda por distribución. Los muebles principales son bastante viejos. Los dos sillones del cuarto de estar están medio desfondados, y, como el sofá, huelen mucho a sudor y humedad. Todo dependerá de a qué esté acostumbrado cada uno.
La iluminación es muy pobre, sobre todo en la cocina, que está realmente en penumbra, aunque esto se solucionarÃa con unas pocas bombillas. Precisamente por esto resulta chocante la atmósfera de oscuridad y luz amarilla. La campana de la cocina no habÃa sido limpiada en años. No hay dos camas de matrimonio, sino una, muy estrecha, crujiente -los muelles hacen mucho ruido al menor movimiento- e incómoda. Las dos camas de la otra habitación están bien. El agua caliente funciona muy bien, asà como la encimera de gas. La cocina tiene manchas de humedad, y la tabla junto a la encimera se cubre frecuentemente de agua, aunque no logré saber de dónde procedÃa. Hay cuatro toallas. Cuatro tenedores, cuatro cucharas etc. El dueño me hizo firmar un exhaustivo inventario de todos y cada uno de los bienes que equipaban la casa.
El precio- 900€ por 20 dÃas- es, a decir de los lugareños, carÃsimo. Yo también lo pienso. Sin embargo, pagarlo es algo que hice libremente: las leyes del mercado -hice mi reserva muy tarde- jugaron fuertemente a favor de la propiedad.
Pero hay, sobre todo, un hecho fundamental que se oculta cuidadosamente en la información de la oferta: es un tercer piso sin ascensor, en un edificio antiguo, con unas escaleras muy empinadas y de escalones estrechos, no aptas para ancianos, niños pequeños o cochecitos de bebé.
El dueño, Arsenio, por lo demás un hombre educado y atento, me abordó apenas bajé del coche diciendo "sabe Ud. que es un tercero sin ascensor porque estaba en la información ¿lo vio Ud.?¿lo vio?... Lo sabÃa Ud. ¿verdad?" de una forma sorprendente. Yo no tenÃa otra opción porque venÃa de muy lejos y sin posibilidad de cancelar nada, asà que me adapté con mi familia a esta circunstancia. Pero ahora, ya en casa, compruebo que en ningún caso fui informado de esta gravÃsima carencia que, en condiciones normales, bien puede valer una drástica reducción del aquiler. Y en mi caso habrÃa significado el descarte inmediato de la oferta.