Necesitábamos un sitio tranquilo, con playas de aguas cristalinas donde perderse, en compañÃa de nuestro compañero de cuatro patas, con unos mÃnimos servicios que te hagan la vida más cómoda, con un pueblo cerca que nos permitiera ahorrar en la nevera y escaparnos en la búsqueda de un poco de bullicio, con buenos a accesos y lo encontramos, Agua Amarga.
Luego buscamos un sitio donde acomodar nuestros huesos, con todo aquello que nos permitiera vivir una estancia cómoda, cerca (muy cerca) de la playa, donde poder escuchar el mar, con personal que pudiera atendernos en caso de necesidad, con terrazas para esos momentos donde no te apetece ni moverte y lo encontramos, Arto Blanco.
Agua Amarga / Arto Blanco se convirtieron en nuestras vacaciones soñadas después de un nada recomendable año, seguramente repetiremos.