Tiene escaleras de acceso, es un "hotel" regentado por religiosas, por eso nos decidimos a alojarnos allí, pensamos que era una buena manera de ayudar y a la vez, pasar nuestras vacaciones. El precio como cualquier hotel, el desayuno muy malo , todos los días pan con mantequilla, y café o cacao, el café muy aguado y frío. Las habitaciones eran obviamente muy sencillas y austeras, contaban algunas con un pequeño patio, y tenía tendedero. El baño, muy antiguo, pero suficiente. Hacen la cama y la limpieza de la habitación a diario. No disponen de servicio de habitaciones, ni de cafetería, aunque previa petición hacen un menú del día, que sinceramente nos pareció caro. Hay que regresar como muy tarde a las 21.30hrs, a nosotros al ser verano nos resultó demasiado temprano y nos perdimos visitar Roma de noche. Hay aparcamiento cerca, pero de pago. La zona es inmejorable a un paso de todo, al lado del Hospital Bambino Jesú, y en pleno centro de Roma. Nosotros no volveríamos, no nos resultó cómodo y menos viajando con tantos niños y con un carrito de bebé. No hay wifi.…